la basílica | la nave | transepto | capilla mayor | camarín | museo



Sacristía Mayor - Museo

  Adosada al cuerpo de la nave, por el lado de la epístola, se encuentra la Sacristía Mayor, convertida en la sede del Museo de Arte Sacro de la Encina. El considerable número de clérigos de la Basílica: rector, prebendados, presbíteros y capellanes, hizo que la pequeña sacristía construida en el año 1602 fuese insuficiente, ya que la que se empezó a construir en el lado opuesto a mediados de la misma centuria, nunca se llegó a finalizar, por eso el concejo y la fábrica de iglesia procederán a la construcción de otra sacristía. Así, el Concejo de Ponferrada y las autoridades de la Villa, en reunión del 12 de abril de 1705, deciden construir una nueva para “mayor decencia del culto divino y por el mucho número de sacerdotes y personas que necesitan ocuparla”. Su construcción se retrasará cinco años, hasta que se termine el camarín de la Virgen. Las obras comenzaron en el año 1710 y finalizan en 1717. Costa de cuatro ampliaos tramos que se cubren con bovedas de lunetos. Romualdo de la Iglesia y Fausto de Monteagudo, hicieron las trazas y las condiciones, mientras Francisco y Simón de Carvajal construyeron sus cuatro bóvedas. Los gastos ascendieron a 26.037 reales.

  Una vez saneadas las arcas parroquiales, se procedió entre 1750 y 1754 a construir, a continuación de la Sacristía Mayor, un salón parroquial.

  La Sacristía dispuso, hasta fecha relativamente recientes, de varios retablos. El Mayor, construido en 1791, dorado por Antonio de Prado y financiado gracias a las rentas del obispo don José Flórez Osorio. Los laterales estaban bajo la advocación de San Cristóbal de San Vicente. Sus cajones actuales, de gran mérito, se fabricaron entre 1717 y 1729, con madera de nogal de Toral de Merayo, de las huertas de Sacramento y de las riberas del Sil.

  Tanto la Sacristía Mayor como la Sala de Juntas han estado inmersas en un proceso de conversión para la sede del Museo de Arte Sacro de la Basílica de la Encina. Proyecto iniciado en 1958 con motivo de la celebración del cincuentenario de la Coronación de la Virgen. En él se exponen los tesoros sacros de la Basílica de la Encina: pinturas, cruces procesionales, orfebrería, tallas, ropas litúrgicas, tanto de la propia parroquia como de otras de su entorno.

  Entre las pinturas destacaremos el cuadro titulado la Batalla de Lepanto (334 × 550 cm), realizado en el siglo XVIII y donado posiblemente por la Cofradía del Rosario. Al margen del interés iconográfico de la propia batalla, entre la armada cristiana y la turca, nos interesa subrayar su vinculación con la exaltación de la orden dominica y con la cofradía de la Virgen del Rosario, cuya imagen domina toda la composición. No hemos de olvidar que se intituló la festividad del Rosario el día 7 de octubre, precisamente el mismo día que tuvo lugar la batalla ganada gracias a la intervención de la Virgen. En el primer plano se describen con todo detalle escenas del abordaje entre las naves capitanas de la escuadra turca y de la alianza y en el lateral izquierdo del Papa Pío V en el momento en el que se revela el triunfo de los cristianos sobre los musulmanes.


  Otras pinturas de interés iconográfico y artístico son: El milagro de la detención del fuego en casa de Beatriz de Cancelada, pintura realizada por el cordobés afincado en Astorga, Juan de Peñalosa y Sandoval (Baena, 1575-Astorga y 1633), sobrino del obispo don Mesía de Tobar; los cuadros sobre Los Misterios de la Virgen: Visitación, Natividad del Señor, Purificación en el templo, Adoración de los magos, Desposorios y la Encarnación (los dos últimos desaparecidos) de finales del XVII y que en 1710 fueron donados por el ponferradino don Alonso García; el retrato de cuerpo entero de don José Flórez Osorio, uno de los grandes benefactores de la iglesia, pintura al óleo de 1730; el de la Sagrada Familia, atribuido a Francisco Velázquez de Vaca, el mismo que pintó y doró el retablo; y, finalmente, los dos retratos de Felipe V y su esposa María Luisa Gabriela de Saboya, pintados al óleo por el artista asturiano Miguel Jacinto Meléndez hacia 1708. Retratos de gran elegancia y finura, en los que se representa a los monarcas de tres cuartos. Fue una donación de los citados reyes a la iglesia de la Encina, tras el milagro de la curación de la tullida María Manuela, a comienzos del XVIII.
 

La Sacristía Mayor (1716-1719) y el Salón Parroquial (1755-1758) se añadieron a la fábrica e la iglesia parroquial ante la falta de espacio de la Sacristía vieja y el aumento de las piezas litúrgicas, devocionales y procesionales.



Una vez convertidas, la Sacristía y el Salón en Museo acogerán los tesoros artísticos de la Encina: tallas, pinturas, orfebrería,... y de otras parroquias bercianas, cedidas en depósito.


Los retratos de Felipe V y su mujer, doña María Luisa Gabriela de Saboya, forman parte de adnu onación real a la iglesia de la Encina con motivo de la curación milagrosa de la tullida María Manuela, acontecida en 1706.



Donaciones de indianos, clérigos, reyes, obispos y demás devotos de la Virgen de la Encina conforman un verdadero y extraordinario tesoro artístico.

 
  En cuanto a las tallas de madera, sobresale por su elegancia y bella factura la de La Virgen con el Niño (c. 1717), (53 × 25 cm), de madera policromada, que representaba a la Inmaculada según las modas y maneras medievales, o sea, como mujer apocalíptica, al tener la luna a sus pies, y con María Tota Pulchra, por el Niño. Manifiesta una gran calidad tanto en la talla como en la policromía, en la que destaca la pintura del vestido por sus medallones marianos. Se ha relacionado con Castro Canseco aunque dada su perfección, cronología, la forma elegante y delicada de coger la Virgen al Niño por los pies, la ponen más en relación con la obra del berciano Tomás Sierra, afincado en Medina de Rioseco.

  Cruces procesionales, de plata, como las de Santo Tomás de las Ollas (siglos XVIII-XIV) y de la propia Basílica (fabricada en un taller de Salamanca el siglo XVII y reformada en el XVIII por un platero astorgano) forman, junto a alhajas, candeleros e incensarios de plata, ornamentos litúrgicos, vestiduras, cruces de altar, tallas y pinturas,… parte de este tesoro artístico que se puede contemplar en el Museo de la Basílica.

  Entre todo el conjunto que forman el tesoro artístico de la Basílica sobresale el legado de los Flórez Osorio, del presbítero don Diego, y su hermano, don José, quienes no sólo donan importantes rentas a la iglesia, valoradas en más de veinte mil reales anuales, sino que también regalaron importantes piezas litúrgicas, además del famoso y espléndido conjunto de altar formado por el frontón del altar, se ramilletes, cruz de altar y seis candeleros y ropas litúrgicas, especialmente casullas bordadas con finísimo hilo de oro y en las que se representaban las armas de su linaje.

Ver imagen del Belén de la Basílica en 360º
 
Parte trasera de la Sacristía Mayor (Museo de Arte Sacro). Al fondo parte trasera del camarín.
 
Talla de la Virgen con el Niño (c. 1727) de madera policromada. Atribuída a Tomás Sierra, escultor berciano asentado en Medina de Rioseco.
 
Arca americana (mejicana o peruana) de carey de la segunda mitad del siglo XVII, donación de un devoto indiano.
 
Cruz barroca procesional de plata en su color y plata dorada. Realizada en Salamanca en el siglo XVII.
 
     
Contacto | Condiciones y Privacidad | © Basílica de La Encina